viernes, 30 de septiembre de 2005

La Bicicleta

Para la navidad de 2003, la abuela de Teresita le regaló una bicicleta. Era roja, con cambios. En resumen, preciosa, como toda primera bicicleta.

En esa época yo vivía en un departamento muy cerca de una plaza de juegos a la que iba con frecuencia a Constanza, Patricio y Teresita.

Para facilitar el uso de la bicicleta, decidimos dejarla en el estacionamiento del departamento, en el subterráneo, donde además de estacionar la camioneta estaba la “liebre” de Matías.

Por la razón que sea, comodidad, flojera, confianza, no guardaba la bicicleta en la bodega y la dejaba en el estacionamiento, detrás de la liebre. Sin cadenas ni seguros.

Un día cualquiera la bicicleta de Teresita no estaba. En su lugar apareció una bicicleta de tamaño y características similares, pero usada. Alguien la había “cambiado”. No pude esclarecer la situación y la bicicleta de Teresita no apareció.

La bicicleta de reemplazo, aunque usada, era de buena calidad, azul y con buenos accesorios pero no era la que su abuela le había regalado y Teresita quería la suya. Puede que para algunos adultos esto no tenga sentido, pero Teresita no era un adulto y quería su bicicleta y yo asumí mi responsabilidad por no guardarla adecuadamente y me comprometí a reponerla.

Pasó un tiempo y otro día cualquiera, cuando iba a buscar a los niños, divisé en el portón de una casa, en Pirque, una bicicleta en venta. Cuando regresaba a Santiago con los niños pasamos, la vi, estaba como nueva, de la misma marca de la original de Teresita, y aunque azul, la compré con la idea de reponérsela.

Así lo hice. Teresita estaba feliz a pesar del color.

Y la bicicleta “vieja”?. Sin pensarlo dos veces se le regalé a Coni.

Para ser honesto, de no haber sido por esa circunstancia no tenía planeado regalarle una bicicleta a Constanza o a Patricio ya que ellos tenían a su disposición más de una bicicleta.

Y no lo hubiera hecho. María Teresa por razones que sólo ella puede explicar construyó una historia errónea y sórdida, que incluso lo mencionó en los tribunales y en la que desgraciadamente involucró a Constanza, que siendo una niñita no pudo separar la realidad de las invenciones de su madre.

Algún día Constanza y Patricio entenderán la diferencia.

Pasó el tiempo y Javiera y Juan Pablo fueron al supermercado en las bicicletas. Las dejaron en el lugar de estacionamiento, con candados. Cuando salieron ya no estaban. Se habían robado las bicicletas de esta historia……

jueves, 23 de junio de 2005

Arrogancia y Pedofilia

El señor Lavandero finalmente reconoció sus delitos y sacó ventaja de la reforma procesal.

Es su derecho.

Pero no es creible que haya optado por esta fórmula como "un mal menor".

Lo cierto es que de haber sido inocente, un hombre se habría defendido de ese tipo de acusaciones hasta las últimas consecuencias (como les gusta decir a los políticos).

Finalmente la arrogancia del señor Lavandero se terminó. (recuerdan el incidente del exceso de velocidad en Casablanca?).

Esperemos que sea condenado con justicia a las mas severas penas, incluyendo la prohibición de ejercer cargos públicos. Así la sociedad puede relegar al plano que le corresponde a un criminal deleznable declarado culpable de acuerdo a la Ley.