jueves, 1 de junio de 2006

Negociando la Educación

Mi nota, mi crítica, expresada con ironía, con enojo y hasta, diría, con rabia, está dirigida a la pobrísima actuación de las autoridades y para expresar mi preocupación por las consecuencias de dicha actuación. Precisamente con actuaciones como las que vimos se pone en peligro de aprovechar una tremenda oportunidad.

Sólo el concepto de “negociar” la educación me resulta incomprensible. Entiendo negociar montos de PSU o pase escolar, pero “negociar mejoras a la educación” es negación total de la condición humana de buscar incesantemente el crecimiento de avanzar cada día un poco más. Y es además negar el mandato constitucional que tienen las autoridades. Es poner la educación una vez más como una mercadería comparable a un avión, un embalse o un trozo de pan.

En muchas aspectos hemos dado pasos importantes, incluidos los políticos, los económicos, los sociales. Las carreteras modernas son importantes, los hospitales equipados son importantes, las inversiones en minería u otras áreas son importantes. Tenemos más y mejores casas, tenemos espacios de participación con más respeto y con más influencias, tenemos políticos que cada día son un poco más “accountables”. Todavía falta mucho, es cierto. Pero nada de lo anterior es más importante que la educación. Sin educación no podremos usar esas obras, no podremos aportar a la sociedad en forma creativa y constructiva, nos quedamos a merced de políticos y dirigentes de dudosa efectividad.

Sin educación sólo podemos aspirar a la mediocridad y a la barbaridad.

Probablemente al igual que tú, yo me crié con el discurso de mis padres que lo único valioso que podían dejarnos era la educación. Así lo hicieron y estoy agradecido orgulloso de ella y me esfuerzo cada día por hacerla crecer.

El mismo discurso se lo he repetido hasta el cansancio a mis hijos y en el afán de cumplir con esa promesa he tenido la fortuna de participar muy activamente en la creación de un colegio. Por eso, me siento afortunado y privilegiado porque he podido “comprar” (volver a pagar, diría yo, por algo que ya me cuesta caro), una mejor educación para mis hijos.

Y en ese proceso de “comprar educación” de calidad hemos introducido terribles distorsiones que han resultado en el deterioro progresivo de la educación pública.

Urge revisar el modelo. De una manera integral. Hoy familias como la mía o la tuya gastamos el doble de lo necesario en educación: tienes derecho constitucional a la educación, pagas tus impuestos pero terminas comprándosela a un tercero porque la que tienes derecho no cumple con los mínimos requisitos de calidad.

El estado se omite del problema, renuncia a cumplir con su deber constitucional de proveer educación y fomenta (directa o indirectamente) que terceros hagan un negocio (re) vendiéndola. Con ese esquema los dirigentes de turno desvían fondos y esfuerzos a otras cosas y aparecen ante el pueblo como grandes gobernantes, obteniendo de paso votos y los beneficios asociados.

Qué pasaría si cada uno de nosotros exigiéramos nuestro derecho?. No sólo a la provisión del servicio sino también calidad?... esa sería una MOVILIZACIÓN memorable. Por qué no lo hacemos? Por qué el estado se limita a pasarle el problema a los privados?. Por qué el estado deja de cumplir con su deber y se omite de hacer crecer su oferta y calidad?.... El Estado juega con nosotros al saber que no arriesgaremos el futuro de nuestros hijos. Nos chantajea.

Y en esa indolencia e irresponsabilidad del Estado los que no pueden (re) comprar lo que tienen derecho pierden irremediablemente. Y perdemos todos. Generamos diferencias que sólo auguran malos tiempos.

Será posible que algún día tengamos un gobernante que de una forma activa persiga cumplir con su deber constitucional de asegurar educación a todos los niños de nuestra Patria?.

Cómo generamos esos dirigentes?

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